Para dar respuesta a la interrogante de que ¿El aprendizaje es algo tan trivial que se puede observar y medir con base en unas simples preguntas a propósito de unos contenidos cualquiera?.
Mi respuesta es no, porque un aprendizaje no depende del maestro, ni de las estrategias educativas, ni del programa de estudios, ni de la institución, sino del propio interés adaptativo del estudiante, ante ello, se requiere que los maestros hemos de diseñar situaciones problemáticas que induzcan a la organización de esquemas de entendimiento de los estudiantes, lo que “Ana María Prieto llama conflicto cognitivo con base en la teoría Piagetana, obligando a estos esquemas a movilizarse en pos de su reorganización, misma que sirva al propósito de comprender y resolver la nueva situación”, con la intención de lograr el desarrollo de las competencias en los actores; para que los estudiantes al estar enfrentados a situaciones problemáticas cuyas exigencias de acción los obligan a movilizar sus viejos conocimientos en pos de unos nuevos, puedan reorganizar así sus propios esquemas de acción, es decir, que el aprendizaje que mejor desarrolla las competencias, es un aprendizaje que se encuentra situado, con la intención de generar así una nueva competencia.
Por tanto, la medición del aprendizaje, se organiza por el propio estudiante, a partir del interés por aprender una determinada cosa, así como el interés a una dimensión social y ética, ante las posibilidades reales que tal estudiante tiene para acometer con éxito la tarea de construir determinados conocimientos. Para ello, me es necesario mencionar la idea de Carl R., de que podemos debilitar las amenazas del estudiante, cuando reducimos a un mínimo, el facilitar la percepción diferenciada del campo de la experiencia, ya que no podemos enseñarle a nadie directamente como actuar, sólo podemos facilitar su aprendizaje, por tanto, el desarrollo de las competencias permite promover profesionales capaces del “qué hacer” y del “como hacerlo”, ya que aprender a conocer y hacer, tienen el aprender a convivir y a ser, por que la educación a lo largo de la vida se basa en 4 pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos, aprender a ser, los cuales son cruciales, pues es sólo dentro de la capacidad real de aprendizaje, que un estudiante tiene posibilidades reales de construir conocimientos que tengan sentido para él, lo que Vigotsky llamó la zona de desarrollo próximo o proximal.
De tal manera, no sólo cambia la apreciación de aprendizaje como algo tan trivial, sino que dicho proceso de enseñanza-aprendizaje se transforma al igual que el ser humano, en dónde nuestra práctica docente permite seamos guías, al tener que conocer la complejidad cognitiva de los estudiantes, para entonces saber qué encaminar en los contenidos que se van a enseñar, asociados a las necesidades cognitivas de los estudiantes a un determinado producto educativo y las estrategias didácticas qué se deben usar, para mediar mejor dicho proceso, que permitan desplegar acciones a través de las cuales se pretende desarrollar cierta competencia. Con la intención de que los estudiantes puedan reproducir los contenidos en los términos de sus intereses y motivaciones, para modificar sus esquemas de asimilación-acomodación, cuya intención sea transformarse a sí mismos, al mismo tiempo que asimilan. Por tanto el desarrollo de las competencias, se complementa de un análisis de reflexión teórico- crítico, con sentido socio-ético al señalar el aprendizaje con “h” intermedia, como “Flavell menciona al interpretar a Piaget, señalando que “el aprendizaje y desarrollo de competencias parte de la aprehensión de la realidad, la cual es siempre una construcción asimilativa efectuada por el sujeto, tanto como una acomodación del mismo”, de tal forma que la apropiación de la realidad y la construcción de sí mismo, es precisamente un aprendizaje significativo.
Ante ello, no hay que olvidar que como docentes no podemos mediar ni facilitar las necesidades cognoscitivas intrínsecas de los estudiantes, quienes fundan sus procesos de adaptación, pero si podemos proveer las herramientas físicas o psicológicas al escuchar al estudiante y poder responder lo más cerca posible a las necesidades cognoscitivas, para ser conscientes, de lo que hace desde los propios marcos teóricos-prácticos de su entendimiento ante la resolución de su realidad que se tiene asimilada. Por otra parte, si los alumnos reaprenden, los docentes, también estamos en este proceso continuo de adaptación y por tanto de aprehendizaje con “h”, de realidades para hacerlas propias y construirnos a nosotros mismos, de manera innovadora, creativa, analítica e introspectiva.
Para dar conclusión a la interrogante, me es necesario partir de que toda construcción del conocimiento, constituye una re-organización de los propios esquemas de entendimiento de la realidad, por lo que estamos demandados a desarrollar competencias operativas exigidas por los valores de la misma sociedad y desde las teorías que constituyen el saber; el conocimiento no es trivial, su importancia de medición radica en acompañar el desarrollo de las competencias con reflexiones de fondo, las instituciones educativas podrían acabar transformando la formación que hoy se asume, como una formación inteligente y ética para servir colaborativamente a la dimensión humana, a fin de fomentar un cierto espíritu comunitario. Cabe agregar, que en el desarrollo de una competencia en los alumnos y en nuestra práctica docente, ambos actores tenemos que elegir una forma de estar en el mundo, para construirnos a nosotros mismos, pues eligiendo tal acción, se permite no sólo el desarrollo de habilidades, capacidades, actitudes y conocimientos, sino también de asumir conscientemente la construcción de la realidad, por tanto que el desarrollo de competencias, parte de satisfacer necesidades, atender situaciones, resolver problemas, tomar decisiones y/o lograr objetivos
Respuesta dos.
En el mundo académico se ha perdido el sentido semántico original,”hacer a alguien capaz de” para convertirse en un concepto que identifica los programas formativos propios de las empresas con fines estrictamente operativos y utilitarios. Se capacita en y para la acción misma.
Se acepta en el mundo académico en general la idea de que el aprendizaje significa fundamentalmente que el estudiante incorpora a su acervo personal unos nuevos contenidos.
Cuando en el mundo cotidiano se habla de aprendizaje, se comprende la incorporación por parte del sujeto de unos ciertos contenidos provenientes del exterior.
Se aprende algo cuando el sujeto asimila información de la realidad a determinadas estructuras en el cerebro que luego permiten, a partir de la evocación de esa información incorporada, comprender nuevas realidades.
Se requiere partir de objetivos y conceptos claros, que encaminen los contenidos y estrategias a utilizar para realizar la metodología pertinente, ante la evaluación del proceso enseñanza-aprendizaje.
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